La alabanza a Dios es ejercicio para el alma. ¡Practica!

Usa tu boca para alabar a Dios. Expresa palabras que bendigan al Señor. Al alabarlo nuestro corazón se llena del Espíritu Santo.
Asegúrate de que todo lo que haces para el Señor sale de un corazón liviano que no está esperando nada a cambio. Dios se agrada de los que le adoran simplemente por amor. El amor que él tiene por nosotros es mucho más grande, puedes estar tranquilo.

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